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jueves, 8 de noviembre de 2012

16 de noviembre 1519 - Fundación de la Habana, Cuba.

LA FUNDACIÓN DE UNA CIUDAD: LA HABANA (16 de noviembre de 1519) Por Alejandro Cánovas Pérez

LA FUNDACIÓN DE UNA CIUDAD: LA HABANA

La ciudad de La Habana tiene cosas maravillosas; tiene misterios y curiosidades que la hacen una de las villas más originales del continente americano. Ella fue fundada en 1513, pero sobre otro asentamiento hoy llamado Surgidero de Batabanó. En cuanto al Puerto que lleva su nombre, originalmente fue bautizado como de Carenas, por Sebastián de Ocampo en 1508, sin embargo, fue evidente que las condiciones naturales de la Bahía eran mejores, y con la primera misa, el 16 de noviembre de 1519, se da por fundada oficialmente. Ya el 10 de febrero de ese mismo año, había pasado por ella Hernán Cortés para emprender una expedición que derivaría en la Conquista de México y daría la razón histórica a sus fundadores, sobre lo acertado del cambio de sede.
Varias son las características que distinguen a nuestra ciudad: el estar próxima a una bahía de bolsa, de las mayores del mundo en su tipo; la extensión y crecimiento anormal: pues no rodeó jamás el Puerto, sino que creció hacia el oeste, fundamentalmente; un bosque que sirvió para durante varios siglos fuera el astillero de la flota de guerra española: El Vedado y cuyas maderas además, adornan el magnífico palacio de los Reyes de España, llamado El Escorial, y una situación geográfica tan aventajada dentro del imperio colonial español que le valió el ser llamada Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales... Pero, ¿ cómo era esta Habana, tan valiosa, finalmente, primero, para España y después, para los Estados Unidos?.

La Habana y su crecimiento

Un caserío pequeño y sin calles, de bohíos y sólo una casa de piedras: hoy situada --se cree-- donde se encuentra el Hostal de Valencia, edificio recientemente restaurado. Este cuadro deprimente no duró mucho tiempo ya que, rápidamente, la conquista de Nueva España ( México), relacionó nuestra villa con las riquezas que se enviaban hacia España. La flota o el sistema de flotas --grupo de barcos-- , cordón umbilical nutridor de oro, plata, productos varios que unió el imperio americano de España, comenzó a pasar por La Habana. Pronto, los situados o un fondo en barra o monedas de plata y/ o de oro, provenientes de México, comenzaron a quedarse para financiar las obras ingenieriles militares o civiles que la ciudad emprendió para consolidar el Estado español en las Indias Occidentales. La Habana creció en riquezas e importancia política y económica a tal punto, que en 1537 sufría su primer ataque pirata, muestra de que su posesión era codiciada.
Una bahía de bolsa, pues, no fue condición para que la ciudad en su crecimiento, la rodeara. Considerando que esta bahía le otorgaba razón de ser económicamente, no obstante, La Habana creció antilógicamente separándose de ella, hacia el oeste, primero y después, hacia abajo. Durante varios siglos esta situación permaneció inalterable y en la centuria XX, la villa decidió reconocer la posibilidad de expansión hacia el este.
Tres calzadas marcaron en un inicio esta dirección de crecimiento: San Lázaro, la de La Reina y la del Cerro (Calzada de Monte, hasta la esquina de Tejas). Mientras tanto, los actuales municipios habaneros Guanabacoa, Regla y Casablanca, se consideraban fuera de La Habana.

Una ciudad singular

La mejor prueba de cómo se valoró su crecimiento urbanístico fueron precisamente las obras que se ejecutaron en ella a través de varios siglos. Por ejemplo, hacia fines de siglo XVI se comenzó a construir la llamada Zanja Real, la cual tomaba aguas del río Almendares y terminaba en la Plazuela de la Ciénaga, hoy Plaza de la Catedral... ¿sería que la ciudad, sedienta, se dirigía verdaderamente en busca del preciado líquido? Hoy pensaríamos que se trataba de otra cosa: tal vez, una forma de crear un canal, como el de la Zanja Real para las comunicaciones... Lo cierto es que en 1774 se construyó un depósito en El Husillo y después, el acueducto de Fernando VII se terminó en 1835. En 1856, el ingeniero Francisco de Alvear proyectó el acueducto que lleva su nombre (acueducto de Alvear), para utilizar los manantiales de Vento y las aguas del Calvario, Managua, Calabazar, Cacahual y Gíbaro, y su realización quedó para 36 años, más tarde, ya que la obra fue terminada en 1892 por una empresa norteamericana.
Sin embargo, las tierras fértiles que rodeaban la ciudad fueron también plantadas de tabaco, caña de azúcar y ocupadas por ganado, para abastecer a los buques que dormían la siesta obligada de varios meses, para evitar los peligros de la temporada ciclónica y viajar como flota o con la protección del grupo de varios barcos hacia la metrópoli.
Otro detalle, las fortalezas construidas fueron realmente emplazadas de una manera muy dispersa, considerando que La Habana en aquella época, no era tan grande. Un torreón en la Chorrera (Almendares) y otro en Cojímar, protegían de ataques marinos. El Príncipe, castillo situado al final de la calzada de Carlos III se encontraba fuera de La Habana y de su muralla... con todo y el sistema fortificador de más lógica, se situó ejecutando un anillo imaginario que encerraba la ciudad pasando por el Castillo de Atarés, al sur, del Castillo del Morro y el de la Cabaña y el de la Punta, situados al norte y alrededor de la embocadura de la bahía, ya que el caso del Castillo de la Fuerza, fue considerado bien pronto sin remedio: esta fortaleza era poco menos que inútil... lejos de la ciudad y lejos del canal de entrada a la bahía de La Habana, que pretendía defender, y lejos de llenarse sus fosos por una mala previsión, y sin abastecimiento de agua, provocó las iras de un funcionario inspector... que con su informe debió haber decidido a las Cortes de España a reconsiderar el caso de la defensa de su Perla de las Antillas como llamaban a Cuba.

La Bahía de La Habana

Hacia 1742 los problemas que confrontaban los barcos para anclar, motivaron que las autoridades coloniales quisieran echar un vistazo al fondo de la Bahía y en ese año, el Teniente General de Marina Rodrigo Torres hizo un reconocimiento del fondo, que dio como resultado que éste se había elevado en varios metros a causa de las deposiciones continuadas provenientes de la urbe. Habría que recordar que los navíos eran de madera y el encallaje hacía sufrir la integridad del barco. En 1783, se volvió a medir la anchura del canal de entrada --y la estimación anterior databa de seis décadas-- y se encontró que la profundidad había disminuido. Coinciden entre otros, factores como que un ciclón echó a pique nada menos que 69 barcos anclados en la Bahía, que los ataques piratas dejaban el saldo de hundimientos más o menos periódicos y que las basuras iban a parar totalmente a su fondo.
La industria que se desarrolló desde fines del siglo XIX contribuyó a que la sedimentación, y la contaminación ahogaran prácticamente, la normal respiración de la bahía. Hoy esa caricatura de mar embolsado es un ejemplo de cuánto mal hace el hombre con una indiscriminada utilización de los beneficios de la naturaleza. Sin embargo, actualmente se realizan estudios y obras que mejorarán –esperamos-- la ecología y por ende, el equilibrio incluso, saludable y económico, de la razón de ser centenaria de una ciudad como La Habana: su Bahía.

dia de muertos

Día de Muertos




Catrinas 2.jpg
La «calave










El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza desde el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.
Es una festividad mexicana, que se celebra también en algunos países de América Central, así como en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco ha declarado la festividad mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.1 El Día de Muertos es un día festejado también en Brasil, como Dia dos Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
La vida y la muerte son un símbolo emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la vida, la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ellas.
De cualquier modo, hay que destacar que esta celebración no es propia de todos los mexicanos puesto que, pese a ser una fiesta que se ha convertido en un símbolo nacional y que como tal es enseñada (con fines educativos) en las escuelas del país, existen muchas familias que son más apegadas a celebrar el “Día de todos los Santos” como lo hacen en otros países católicos. Además, cabe mencionar la fuerte influencia de los Estados Unidos que, al menos en zonas fronterizas, se evidencia con la presencia de la fiesta conocida como Halloween, la cual se celebra cada año con más frecuencia y en un mayor número de hogares. De ahí también que exista una inquietud entre los propios mexicanos de querer preservar el Día de Muertos como parte de la cultura mexicana sobre otras celebraciones parecidas.
Sin embargo muchos mexicanos consideran que el día de muertos al ser una fiesta sincretica es capaz de convivir y adoptar otros festejos no tradicionales de manera sana, permitiendo el uso de los disfraces, sin restar su importancia cultural y ni poner en riesgo su existencia en México.

Día de Muertos




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La «calave










El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza desde el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.
Es una festividad mexicana, que se celebra también en algunos países de América Central, así como en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco ha declarado la festividad mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.1 El Día de Muertos es un día festejado también en Brasil, como Dia dos Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
La vida y la muerte son un símbolo emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la vida, la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ellas.
De cualquier modo, hay que destacar que esta celebración no es propia de todos los mexicanos puesto que, pese a ser una fiesta que se ha convertido en un símbolo nacional y que como tal es enseñada (con fines educativos) en las escuelas del país, existen muchas familias que son más apegadas a celebrar el “Día de todos los Santos” como lo hacen en otros países católicos. Además, cabe mencionar la fuerte influencia de los Estados Unidos que, al menos en zonas fronterizas, se evidencia con la presencia de la fiesta conocida como Halloween, la cual se celebra cada año con más frecuencia y en un mayor número de hogares. De ahí también que exista una inquietud entre los propios mexicanos de querer preservar el Día de Muertos como parte de la cultura mexicana sobre otras celebraciones parecidas.
Sin embargo muchos mexicanos consideran que el día de muertos al ser una fiesta sincretica es capaz de convivir y adoptar otros festejos no tradicionales de manera sana, permitiendo el uso de los disfraces, sin restar su importancia cultural y ni poner en riesgo su existencia en México.